Gloria March: Hablamos con la última ganadora a mejor actriz de los premios del audiovisual Valenciano

Muy sorprendida y agradecida. Me he pasado casi todo el 2020 encerrada, como todo el mundo, y de repente dos premios en un mes y ¡además en casa! Lo de los premios también he de decir que es muy relativo, alegran mucho, claro, pero no tiene porqué traducirse en más trabajo. No ha sonado el teléfono por ahora. En esta profesión tienes saber aguantar un Si y un No, y se puede pasar de uno a otro en cuestión de horas.

Los medios de comunicación son una herramienta clave para que un sistema

democrático sea fuerte, crean realidades (que a veces no son tan realidad), por eso son tan importantes. Soy licenciada en Periodismo, viví de primera mano los accidentes de metro en Valencia, era becaria de una agencia de comunicación y volvía llorando a casa cada día de ver cómo las instituciones públicas no nos dejaban hacer nuestro trabajo.

Lo dejé. En esta película se muestra justamente también eso, hay que tener mucho cuidado en cómo se cuentan las cosas porque se influye directamente en la forma de pensar de la gente. Puede ser muy peligroso.

Hacer de Carmen ha sido un regalazo, he aprendido mucho como actriz y como mujer.

Es una persona con una fuerza increíble, con un amor enorme por la vida,

comprometida hasta la médula. Es sorprendente cómo han transformado su dolor, tanto Carmen como su marido, Guillem y sus hijas Carmina y Betlem, en una lucha por mejorar el mundo. Yo creo que no hubiera sido capaz.

Como me dijo mi compañero Pablo Molinero, “has entrado por la puerta grande, no creas que todos los directores trabajan así, ojalá” Cree mucho en el actor, en su trabajo y te da espacio para que crees, para que sigas tu instinto. A veces en un rodaje es difícil pedir tiempo para el actor, hay mucho dinero en juego, mucha gente trabajando a la vez y Carlos, en las escenas más complejas, sacaba a todo el mundo del set, nos llevaba solo a los actores y nos decía “hacerlo, como lo sintáis”…y luego grabamos según lo

que había salido. Por eso sus películas están cargadas de tanta verdad y sensibilidad.

Fue muy muy intenso, no había día relajado, cada escena implicaba un estado

emocional muy exigente. Tanto Pablo Molinero como yo acabamos exhaustos. Pero

había un ambiente de trabajo muy bonito, todos teníamos un sentimiento de

responsabilidad hacia la familia de Guillem Agulló y hacía su memoria muy grande. A veces, hasta alguna compañera del departamento de Arte me decía “Gloria, no puedo mirarte, tengo un nudo en el estómago”. Fue un rodaje que todos recordaremos.

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Hay varias, pero una de las más duras fue la del reconocimiento del cadáver en la morgue. Tuvimos que concentrarnos mucho Pablo y yo, era el principio de todo lo que vendría. Nos pasamos toda la mañana llorando y se tuvo que parar para comer el bocadillo. Pablo y yo decidimos que no, que necesitábamos seguir concentrados, así que nos sentamos callados en el banco donde luego rodaríamos y que ha acabado siendo portada de la película. Para nuestra sorpresa, Carlos, el director, se sentó a nuestro lado, y así estuvimos los 3, callados, concentrados, juntos, hasta que todo el equipo estuvo preparado y retomamos. Siento que hemos hecho los tres, Pablo, Carlos y yo, un buen tándem.

Cosas que ya tenía agenciadas antes del covid. En enero estreno “Beautiful Stranger” de Ion Iraizoz, una pieza que dirijo junto a Juan Paños. Y en febrero estaré en el Mercat de les Flors de Barcelona con “Requiem Nocturn” de Pere Faura, una obra que tuvimos la suerte de estrenar en el pasado festival Grec.

“Mi último suspiro”de Luis Buñuel.

“La caza” de Vinterberg.