TIERRA BAJA: Lluís Homar, EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS.
Hace unos días el Teatro Romea de Murcia tuvo el honor de acoger Tierra Baja (Terra Baixa) una obra del archiconocido dramaturgo, escritor y poeta catalán Àngel Guimerà, magistralmente dirigida por Pau Miró para la Producción Temporada Alta, con un inmejorable Lluís Homar a la cabeza.
Tierra baja obtuvo un enorme éxito en la Temporada Alta de Gerona del 2014, además, fue galardonada con el Premio Max 2014 al mejor actor protagonista y los Premios Butaca 2014 al mejor actor protagonista, mejor iluminación, mejor espacio sonoro y mejor composición musical para Silvia Pérez Cruz.
La obra original ha sido revisada y releída por el propio Lluís Homar y por Pau Miró, actualizándola a nuestros tiempos. Una de las particularidades de esta versión, y de su puesta en escena, es que recaen en un solo actor todos los personajes. Un solo actor encarna a cuatro personajes, cada uno con su forma de ser, de hablar y de moverse, con unos cambios tan sutiles y sublimes de entonación, carácter o mirada, que te dejan hipnotizado durante los cerca de 70 minutos de duración.
Entre los profundos personajes que interpreta Lluís Homar, encontramos no sólo a Manelic, que baja de la tierra alta al fangar de las pasiones humanas más turbulentas, sino también a Marta e incluso al señor Sebastián, es decir, Caperucita y el Lobo al mismo tiempo.
En palabras de Pau Miró <<Lluís es Sebastián, el dueño de todo y principal
representante de la Tierra Baja. También Marta, la víctima más evidente de este mundo sórdido. Y como no, Manelic, el rostro de la ingenuidad. Incluso, Nuri, la mirada de la inocencia en el drama de Guimerà. Pero, ¿por qué transformar este texto en un monólogo? Esta soledad en el escenario nos permite mostrar con mayor claridad la complejidad que hay en cada persona. Y focalizar la lucha interna que se produce en cada uno de nosotros. No estamos hechos de una sola pieza, somos fruto de nuestras elecciones.>>
La obra cuenta la historia de Sebastián, el amo de todo, pero aún teniendo infinidad de posesiones, también tiene muchas deudas y por eso decide casarse con una joven heredera de buena familia. Todo es una estrategia para conseguir que le retiren las hipotecas y los embargos que tiene sobre casas y tierras. Pero antes deberá esconder la relación que mantiene con Marta, una joven que trabaja en el molino.
Y es ahí cuando todo se tuerce. Cuando el poder de un hombre no lo puede abarcar todo ni controlar todo (sobre todo los sentimientos), y damos paso al devenir natural y salvaje de los acontecimientos. Temas como: el caciquismo, la inocencia, la ingenuidad, la pureza, la felicidad o la opresión del poder sobre quienes sólo tienen su trabajo, impregnan la obra.
Con una escenografía minimalista y pulcra, clara, blanca, en un principio, que evoluciona al descorrer una cortina y dar paso a una pared de hojas y tonos tierras y verdosos, nos presentan una clara dicotomía: la integridad de la Tierra Alta y la malicia de la Tierra Baja. La obra nos deja con un final a muerte y un lema bien claro: “He matado al lobo”. Matemos todos a nuestros propios lobos.
Recomendada: Para fans incondicionales de Lluís Homar. Para gente exigente y con criterio que quiera disfrutar del mejor teatro catalán traducido al castellano. Incluso para los amantes del teatro lorquiano.
Desde Entre Focos, agradecimientos al Teatro Romea.
@TeatroRomea
