Smoking Room: Nunca un cigarro había simbolizado tanto

Smoking Room - Entre Focos

SMOKING ROOM: CUANDO UN PITILLO SIGNIFICA MUCHO MÁS.

Smoking room, dirigida por Roger Gual, es una curiosa obra de teatro para desconectar de la realidad y dejarte llevar por la magia del actor. Digo “magia del actor” porque la dramaturgia, a mi parecer, es pobre y sin giros dramáticos aparentes. Por ello, si los actores adoptan personajes tipo, pueden hacer pasar un buen momento al espectador.

La obra se desarrolla entorno a la figura del tabaco, tal y como el título indica, ya que un trabajador de una oficinas (Armero), interpretado por Felipe Gálvez, reivindica su derecho a tener una sala para fumar y así no helarse en invierno.

Smoking Room - Entre Focos

Durante el desarrollo de la historia, los actores van fumando cada 5 minutos aproximadamente; el olor del tabaco traslada al espectador a esas oficinas, dándole mucha más credibilidad. Esto es sólo una mera excusa para hacernos ver que, viviendo en una sociedad donde el empresario no es líder sino jefe, todos salimos perdiendo.

Armero se dedica a recoger firmas para conseguir su propósito y los trabajadores fumadores se arrepienten de haberle apoyado, pues tienen el miedo de que busquen cualquier motivo para despedirlos.

Este cegado interés individualista para salvar sus propios pellejos, frente al espíritu reivindicativo de Armero, hace que ellos mismos terminen enfrentados, hasta el punto de dejar al protagonista tirado en el suelo rendido por la situación y por una paliza.

Smoking Room - Entre Focos

En resumen, los jefes se han quitado al reivindicativo de encima sin necesidad de mover un dedo. Esto me hace reflexionar a mí y a cualquier espectador ya que es un cruel reflejo de una sociedad mayoritariamente burguesa y capitalista en la que vivimos. Los pobres y los ricos, la dualidad, la injusticia camuflada. SPOILER: Irónicamente un cigarro acaba por quemarlo todo.

A este argumento, un poco sencillo, simple y lineal, se le suma una escenografía básica (unas mesas) y mucha gestualidad por parte de los intérpretes, lo que deja la escena bastante pobre y vacía. Sí cabría destacar la simulación del incendio con humo, una luz roja y el sonido de un papel quemado; además el olor del tabaco hace que sea incluso más creíble, provocando hasta agobio. Aunque todo el reparto fue de lujo, brillaron en especial Nico Romero y Secun de la Rosa.

Recomendada: Para fumadores enfurecidos y quien quiera pasar un rato sin calentarse mucho la cabeza.

Desde Entre Focos, agradecimientos al Teatro Romea.

@TeatroRomea