Matar – Una voz unida contra la violencia de género

Matar - Entre Focos

MATAR: CUANDO UN TRABAJO DE ESCUELA SE CONVIERTE EN TEATRO EN MAYÚSCULAS.

El director de escena y actor Vicente Rodado, junto a un grupo de siete jóvenes actrices de último curso de la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia, ha llevado a cabo un tremendo trabajo de creación propia y colectiva con esta obra: Matar.

Matar es un ejercicio sobre violencia física y psicológica en todas sus vertientes, ramas y formas a través de testimonios verídicos que representan en mujeres de toda clase social, cultura y época; por ejemplo, algunas de nuestras protagonistas son: Francisca de Pedraza (la primera mujer que denunció ser víctima de violencia de género en el s.XVII); Alba, una joven asesinada a los 14 años por su pareja; una víctima de ablación o la primera mujer en divorciarse de la Región de Murcia.

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Las jóvenes actrices han realizado un gran trabajo de documentación durante año y medio: entrevistas, datos siempre contrastados, libros, etc. Todo para relatar con expresión corporal, baile y canto hechos reales que, conjugados con textos clásicos y universales de nuestra literatura (“Otelo” de Shakespeare, la violación de Lucrecia o “Medea”), dotan a la obra de mayor profundidad cultural.

A través de una psicóloga (Noelia Cuestas), se rompe la cuarta pared para mostrar al público todo lo que sucede. A modo de presentadora de un telediario, explica qué es, por qué viene y qué consecuencias tiene la violencia de género; como voz reivindicativa, introduce la obra y la desarrolla.

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Como soporte audiovisual, Matar nos muestra una serie de vídeos reales de mujeres siendo maltratadas y proyecciones que podrían mejorar considerablemente; así como una llamada final a emergencias terrorífica, donde daba la sensación de que el director te estaba apuntando con un arma a la cara para que sí o sí lloraras, se nota que quiere transmitir el dolor, el sufrimiento, quiere que nos sintamos incómodos, aunque entra de lleno en la pornografía emocional y en el populismo barato, pero necesario para cierto público general.

Otro detalle a destacar son los papeles que las actrices dejaron uno a uno en las butacas y que te recibían con una esquela real y un violentómetro, herramienta muy útil para detectar y alertar relaciones o vínculos tóxicos.

La obra, aunque de extensión perfecta (uno 50/55 minutos), podría mejorar en cuanto a las interpretaciones. También quedó reflejada “la incompetencia de los técnicos del teatro” que como consecuencia de su rápido pase de micros, fallaron por todos lados. Testimonio de alguna de las actrices. “Nos trataron como críos, como si fuéramos amateur”.

Recomendada para insensibles que “no lloran” y personas o partidos políticos no concienciados con la violencia de género y la necesidad de una ley sobre ello.