Espía a una mujer que se mata: Puro realismo

Espía a una mujer que se mata - Entre Focos

ESPÍA A UNA MUJER QUE SE MATA: Una explosión de vida en muy pocos metros cuadrados.

Espía a una mujer que se mata visitó el Teatro Circo de Murcia. Esta obra, escrita y dirigida por Daniel Veronese, se concibe como una reflexión sobre el sentido de la vida, las esperanzas y las frustraciones de los personajes, que confluyen en el pequeño salón de una humilde casa de campo. Sonia, su abuela, su madrastra y su tío conviven con un viejo y soñador profesor, cuya joven esposa incita la pasión del Tío Vania y del Doctor Astrov, del que Sonia se enamora. Es una excelente propuesta que unos pocos afortunados pudieron ver desde el mismo escenario, aprovechando el amplio espacio del que dispone el Teatro Circo.

El estilo realista ruso queda tan bien reflejado en el montaje que ni siquiera habría hecho falta especificar que se trata de una versión de Tío Vania del maestro Chéjov. Desde el mismo comienzo de la acción, en la que Sonia y su maestro discuten sobre la necesidad de crear formas teatrales nuevas, está presente la inquietud de los personajes (que el propio Chéjov lleva al texto) por temas como la búsqueda de la verdad en escena; una verdad que en esta obra no echamos de menos.

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A esto, se suma un espacio escénico muy adecuado y bien aprovechado que se compone de una única estancia, pequeña y sobria y con un acceso a cada lado, que nunca queda vacía, y en la que llegan a interactuar todos los personajes en un caos inteligentemente ordenado y limpio.

Los elementos de atrezzo son puntuales (una mesa, unas sillas, una pistola que aparecerá en momentos clave de la trama…). El vestuario y la iluminación tampoco presentan estridencias ni difieren en exceso de la realidad. De esta manera, ningún elemento consigue eclipsar a la parte más importante del espectáculo: los personajes, sus emociones y sus conflictos internos, así como sus relaciones con los demás.

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Así pues, aunque en ocasiones da la sensación de que, a través de las tan cotidianas y a veces caóticas conversaciones, la trama no avanza como debería o no existe un punto de conflicto claro, lo curioso es observar cómo el texto que los actores proyectan no es tan importante como el subtexto, es decir, lo que no dicen, lo que se guardan, y cómo a lo largo de la función esos conflictos que creíamos inexistentes van saliendo a la luz hasta llegar al clímax final.

A pesar de la complejidad del estilo, en Espía a una mujer que se mata es digno de destacar y agradecer el buen ritmo que consiguen mantener los actores con sus acciones, movimientos e intenciones, que hacen que la acción vaya evolucionando con menos lentitud de la que podría esperarse.

Espía a una mujer que se mata - Entre Focos

Los personajes, maravillosamente encarnados por un potentísimo reparto, recorren prácticamente toda la gama de emociones humanas; ofreciéndonos geniales referencias sobre grandes iconos del teatro, como el mismo Stanislavski o Las Criadas, de Jean Genet.

Pedro García de las Heras abre el show con su imponente voz, dando paso al resto de actores, entre los cuales se encuentran Susi Sánchez (que aparece poco, pero se hace notar), y Malena Gutiérrez, que aporta pinceladas cómicas con un desparpajo y una fluidez admirables. Natalia Verbeke es la única que, en ocasiones forzada, no consigue estar a la altura de sus compañeros. La interpretación de la joven Marina Salas, que encarna a una inocente y tierna Sonia con una voz que transmite una sensibilidad increíble, destaca y sorprende, aunque no más que el Tío Vania de Ginés García Millán, que protagoniza de manera sublime el estallido del clímax y sume al público en un silencio de esos que ponen los pelos de punta; el mismo público que se puso en pie y rugió orgulloso a su paisano murciano en el momento de los saludos.

Recomendada: Para público interesado en el realismo ruso, el drama familiar o el teatro en su versión más pura, humana y verdadera.

Desde Entre Focos, agradecimientos al Teatro Circo de Murcia.

@teatrocircomur