Solo nos queda bailar: Cine valiente y comprometido

Solo nos queda bailar: Una historia arriesgada que merece la pena.

Por suerte, cada vez la comunidad LGTB+  está más representada en el cine mundial, Solo nos queda bailar premiada en varios festivales, llega a nuestra cartelera. Dirigida por Levan Akin y protagonizada por Levan GelbakhianiBachi Valishvili.

Sinopsis:

Merab ha entrenado desde joven en el grupo de danza nacional de Georgia
con su compañera de baile Mary. Su mundo se ve fuertemente sacudido con la llegada de Irakli, quien pronto se convierte en su mayor rival y deseo.
En este entorno conservador, Merab se ve obligado a liberarse y arriesgarlo todo.

Crítica:

Los amores imposibles llenan las ficciones de todo el mundo, pero, sin duda, las referentes al mundo LGTB+ están demasiado ligadas con la realidad y más entornos conservadores como sucede en Solo nos queda bailar.

Un film valiente, rodado casi a escondidas, que refleja hasta qué punto el cine es importante para contar historias que de otro modo no sabríamos de ellas. Una película que no utiliza la lágrima fácil, aunque el trasfondo sea duro y daría para ello. Es cierto que, aunque no llegue a la calidad de Call me by your name o Vivir despacio, amar deprisa, nos encontramos ante un buen film que no pasará desapercibido.

Quizá un poco más de ambición no le hubiera ido mal al film, porque si es verdad que a veces cae en lugares comunes ya visto en demasiadas películas del mismo estilo. Las interpretaciones aunque no destacan en exceso son naturales y están bien aprovechadas. Lo más interesante del film es la relación entre la masculinidad de la danza georgiana y la homosexualidad de los personajes principales. ¿Acaso tiene algo que ver la masculinidad con la opción sexual? En eso el film dirigido por Levan Akin acierta.

Recomendada para: Espectadores que quieran ver cómo unos personajes luchan por lo que quieren y, lo más importante, por lo que sienten.