Aprendiendo a vivir: Nueva historia de profesor y alumno.

Aprendiendo a vivir. La búsqueda del mentor.

La verdad es que esta es una de esas películas que no me atraían. La historia del alumno difícil inspirado por su profesor se ha visto tantas veces que parecía que no quedaba nada por contar. Al menos hasta que Aprendiendo a vivir demuestra que eso no es verdad.

Matan Yair juega con el tópico arrebatándole sus rasgos utópicos. Ni sus alumnos son genios ocultos, ni sus profesores mentores perfectos. Asher Lax, su protagonista, lucha por superarse en un mundo que no cree en él. Este conflicto da sentido a una ira con causa. Yair justifica en el dolor por esta crueldad la búsqueda del mentor. Asher, como la mayoría, aspira por el amor y la inspiración de un guía. Este anhelo es donde Yair despunta frente a otros trabajos sobre la relación entre profesor y alumno. El director no trata de mostrar extremos idílicos o maliciosos; sino que se apoya en personajes vivos e imperfectos.

Uno de los puntos más curiosos es el caso de su protagonista y actor principal, que comparten el mismo nombre. Lax no es brillante, pero aún así se mantiene bien en pantalla. Puede que por compartir elementos con su versión ficticia, él logra sustentar la película sin necesidad de grandes ejecuciones. Aunque también es verdad que el trabajo de la dirección y sus compañeros de reparto consiguen fortalecer su actuación. En este punto cabe hablar de Ami Smolartchik (Rami, en la película). La forma en que equilibra la inspiración y la vulnerabilidad nos lleva a compartir la admiración de sus alumnos en la película.

Al igual que su temática, Aprendiendo a vivir no es perfecta. La inexperiencia como director de largos puede verse en algunos cortes algo bruscos. Aun así, la película llama sin duda la atención; y es que es muy difícil sacar algo nuevo de aquello de lo que se ha contado todo.

Recomendada para: Gente que busquen personajes reales que se alejen de la idealización.